BIENVENIDO

A mi mundo, que seguramente no es diferente del tuyo. A mi forma de ver las cosas . A mi forma de intentar comunicar como veo las cosas.

miércoles, noviembre 28, 2007

La pareja

El la mira con amor.
Ella lo mira con ternura.
Hace más de 40 años que están juntos.
Hace más de 40 años que no saben lo que es estar el uno sin el otro.
Han sido 40 años de vida.
Y la vida tiene sus altibajos. Es así.
La vida tiene sus días lindos, con todo el sol brillando en lo alto.
También tiene sus días nublados, en que uno necesita el hombro de otro, que le permita volver a ver el sol.
Y, por supuesto, tiene sus días de tormenta, donde los demás deciden dejarnos solos y volver cuando amaine...
En estos 40 años han tenido de todo.
Raya para la suma; siempre han sido más los días soleados. Por eso es que son más de 40 años.
¿Todavía están enamorados?
¿Podrían dos personas, sin ese sentimiento, estar juntas tanto tiempo?
El la mira a los ojos y le pregunta; ¿todavía me quieres?
Tontito, le dice ella, ¿qué pregunta es esa? Por supuesto que sí.
A pesar de todos mis defectos, insiste el.
Te quiero por todo lo que eres, pero más aún, te quiero por todo lo que has desarrollado en mí.
"Somos mejores personas desde que estamos juntos, te parece"
Por supuesto.
El la vuelve a mirar con afecto. Ella mueve la vista coquetamente hacia el cielo.
El se acerca. La besa cálidamente. La abraza. Ella se siente acogida. Piensa en todas las veces que ha sentido lo mismo, y sonríe.
El beso se alarga, como cuando fueron dos adolescentes descubriendo el mundo detrás de una puerta o en una plaza solitaria.
El beso parece eterno. Los recuerdos se agolpan en la memoria. Quieren salir. Los recuerdos quieren recordarse a si mismos. Quieren que los recuerden. Necesitan ser recordados.
Ese beso obra el milagro.
Aún con los ojos cerrados se suceden los acontecimientos. Sucesos que fueron hace tantos años. Que unieron a una porteña con un santiaguino. ¿cómo fue el primer encuentro? La neblina de los años que pasaron es espesa, pero deja entrever que ella le sacó la lengua antes de la primera palabra. Ese fue el flechazo. De ahí a los constantes viajes, hasta que se vincularon con el sagrado sacramento.
Vinieron los hijos y la vida se siguió viviendo y escribiendo. Con más colores y con más intensidad.
Se separan lentamente, aún con los ojos entornados. El la mira con suavidad. Ella se siente atraída.
Se acarician sin vehemencia. Sin la urgencia de aquellos años. Pero con profunda pasión. Esa pasión que enseña la vida. Esa pasión de verdad. Esa pasión que solo puede ser observada con la sabiduría de la longeva convivencia.
¿Sabes porqué te quiero?
Ya ni siquiera podría asegurar que es lo que me hace quererte a tí, que voy a saber porque me quieres tu.
Ríen. Como esos dos chiquillos que se conocieron hace más de 40 años, rién, primero suavemente. Se miran y siguen riendo. La risa se hace más estridente y más contagiosa.
Ya ni siquiera saben porque comenzaron a reír. Pero ríen de buena gana. Y seguirán riendo por varios años más.
Hasta que la muerte los separe, que es como siempre debe ser.

No hay comentarios.: