Este año las vacaciones debían de cumplir más requisitos que otros años.
Había una razón más que poderosa. No era simple capricho.
Por lo tanto la elección del lugar no podía ser fácil.
Tenía que ser un lugar que permitiese el relajo desde el día 1 pero que, al mismo tiempo, incitara a la aventura. Tenía que ser un lugar de mil colores pero que permitiese descansar la vista. Debía tener mucho sol pero cuidar nuestra piel. Tenía que ser un lugar que permitiera la soledad pero que invitara a los amigos. Por supuesto que tenía que tener buen acceso pero no llenarse como el balneario del litoral central. Tenía que tener lugares cercanos que invitarán a ser recorridos. Tenía que ser un lugar que te permitiera cansarte de tanto descanso...
Pero, como siempre, lo mejor de nuestras vacaciones...fue que nos regalamos un tiempo para estar en familia. Para comprobar que nos queremos tal como somos y que podemos compartir con otros sin dejar de ser nosotros. Si, porque, aparte de todo compartimos con una bella familia de amigos que nos regaló parte de su intimidad y compartió con nosotros estos hermosos paisajes. Gracias Jani, Carlos, Carla y Renata por estos maravillosos momentos vividos que, como todas las cosas trascendentes, jamás podremos olvidar...
Fue un descanso extraordinario, porque San Pedro de Atacama fue mucho más que todo lo que lo esperábamos que fuera...