BIENVENIDO

A mi mundo, que seguramente no es diferente del tuyo. A mi forma de ver las cosas . A mi forma de intentar comunicar como veo las cosas.

jueves, septiembre 20, 2007

Invitación Dieciochera

Estábamos pensando que hacer el 18. Teníamos definido un asadito en casa, con la familia, como de costumbre. Pequeño detalle; a una familia tan sociable como la mía hay que avisarle con tiempo. Y no lo hice. Error. Pero bueno siempre está la familia de la señora de uno que puede cubrir por si solo cualquier desaguisado del dueño de casa. Bien. Estaba definido: 18 en casa, asado normal, hasta tarde, con las típicas anécdotas que se repetirían una y otra vez. Lo único que faltaba definir era quien sería el que estaría más tiempo en el columpio. Pero bueno, había que dejar algo a la espontaneidad del momento.
Los planes cambiarían. Y mucho.
En la tarde del 17, estando el peluquero del jardín trabajando en el, se acerca Manuel, mi vecino. No les había contado de la suerte que tengo. Yo no tengo de esos vecinos que vienen a pedirte cosas. Yo tengo de esos vecinos que vienen a invitarte a cosas. Entonces Manuel, como para no defraudar, se me acerca y me dice muy cordialmente que si queremos ir el 18 a un paseo, que se consiguió un sitio en Calera de Tango donde hay varias asaderas, cancha de futbolito, de tenis, de rayuela, rana. Pienso en lo entretenido que sería, pero me excuso diciendo que tengo listo el panorama del 18. Viene la familia. Y Manuel que me vuelve a sorprender preguntándome cuántos eran. Le digo que 4 ó 5 más. Me deja perplejo cuando me dice; pero, llévalos. Si todos vamos con la familia. "Allá, cada uno, mata su toro", me dijo Manuel. Mis hijos se reirían muchos después de escuchar esa frase.
En realidad por mí ya estaba decidido, pero había que tomar el parecer del resto de los integrantes de la familia. Por supuesto que los pequeños saltaron de alegría, alcancé solo a decir cancha. Claudia por primera vez dudo un poco. A ella le encanta estar al aire libre pero pensó que su familia podría no querer asistir. Bueno, en realidad se resistieron un poco a convivir con personas que no conocían, pero después... Después no se querían venir.
Manuel y su familia resultaron unos excelentes anfitriones. El lugar, de por sí maravilloso, destacó mucho más por la excelente convivencia que se logró. Todas las personas, alrededor de 60, pusieron de su parte para hacer sentir bien al otro. ¡Qué alegría!
Después del contundente asado, con longaniza, pollo, pavo, cerdo y vacuno, y previa siestecita en el pastito y a la sombra, venía la buena pichanga. De esas que no jugaba hacía muchos años. La mayoría de los niños muy bien equipados y los mayores con jeans y zapatos jugamos por casi tres horas a la pelota. No tengo idea cual fue el marcador final. Parece que ganamos. O al menos los que "chuteábamos" para aquel lado hicimos más goles. En fin. Quedamos todos muy cansados. Y casi no quedaban líquidos para beber. En ese minuto si que valoramos el buen "tecito" caliente. Comenzó a correr la brisa fría y nos dieron ganas de venirnos, pero el resto se quería quedar. Los niños se fueron a jugar tenis así que hubo que esperar. Ya no quedaba sol alumbrando cuando nos vinimos. Cansados, con un poco de hambre y mucha sed, pero tan felices por un día maravilloso de convivencia con los demás.
Qué más puedo decir que; ¡Gracias Manuel, por esa linda invitación! y gracias a todos por demostrarnos que podemos coexistir en paz.

domingo, septiembre 09, 2007

Bailarines



Ayer fue un buen día. Exceptuando que me lesioné en una pierna jugando futbol, fue un excelente día.

Teníamos que celebrar el cumpleaños número no me acuerdo de mi suegra. Ella creció junto a los tangos. No había mucho que pensar. Aunque sí. Porque ella quería que estuviesen sus nietos. Y, en la mayoría de los lugares donde se vende alcohol, no los dejan entrar.

Pero encontramos un lugar donde nos traspasaron la responsabilidad a nosotros. Excelente. Y partimos.

Lo pasamos fenómenal. Había una gran cantidad de gente, todos muy bien arreglados. Ellos con ternos y corbatas, ellas con trajes de lentejuelas. La mayoría de la tercera edad. La mayoría no daba la impresión del típico abuelito que apenas si mueve los pies. Estos eran unos bailarines. Lo hacían bien. Al principio, de hecho, daba un poco de verguenza ser tan tieso. Pero se pasaba rápido. La comida, también espectacular, sirvió para una exquisita conversación y para mirar como bailaban esos seres llenos de gracias. Abuelitas que podrían estar tranquilas en su hogar, eran las estrallas de los diferentes bailes; sí porque además de tango y milonga, había cueca, salsa, rock and roll, vals y seguramente otros que no sé diferenciar.

Es difícil precisar que fue lo mejor de la velada. La cumpleañera fue saludada por microfono, todos le demostraban su cariño, la comida espectacular, el ambiente de sana fiesta como cuando era pequeño...

Hay muchas cosas que destacar, pero hay otra que fue, para mí, muy significativa. En ese ambiente, mis dos hijos hicieron su debut en el baile. Ambos quisieron bailar con su abuela y su madre. Perdieron esa timidez de los niños y se demostraron que pueden ir a las fiestas de mayores, que pueden compartir con nosotros y que serán el "alma de la fiesta".

Muchas gracias a todos por asistir y a Victor Manuel y Andres Ignacio por el placer de verlos bailar. Cada día estoy más orgulloso de la familia que hemos construido.