BIENVENIDO

A mi mundo, que seguramente no es diferente del tuyo. A mi forma de ver las cosas . A mi forma de intentar comunicar como veo las cosas.

domingo, noviembre 16, 2014


Era la primera vez que harían el viaje juntos.
Hacía más de 10 años que lo intentaban pero algo lo impedía.
Los pasajes estaban listos y llegó la hora de completar el itinerario. El paseo iba tomando forma.
De esas formas alegres que toman las personas, cosas o itinerarios cuando todos se empeñan en hacerlo espectacular.
¿Y si lo recorremos en auto? ¿Y si aprovechamos de conocer lugares cercanos? 
¿Y si vamos al Castillo del Rey Loco? ¿Cuál? ¿Ese que dicen que inspiró a Disney?
¿Ese que dicen que tuvo el primer teléfono móvil de la historia? ¿Ese que comenzado en 1886 se diseñó y construyó para tener completa red de luz eléctrica? ¿Ese que se inspiró en Da Vinci para aprovechar el calor de la cocina?
Se dejaron llevar. Como hacen siempre. Se dejaron llevar alegres y vivaces. No alcanzaron a preocuparse por los niños pues demostraron que estarían a la altura... Esta vez podrían pasear, disfrutar y disfrutarse en los ojos del otro y comentar lo vivido mientras lo estaban viviendo.
La carretera era una maravilla. 7 horas a 165 km/h que no se sentían mientras los sobrepasaban los BMW, Porsche y Mercedes. Un cielo azul y verde les deleitaba mientras el nuevo artefacto conocido como GPS les facilitaba la vida.
Llegaron a la ciudad de los dos ayuntamientos, hicieron la corta visita de 3 horas y aprendieron de lo hermosa y horrorosa que puede ser la vida. había que seguir...
El primer castillo se veía desde la carretera. Desde el hermoso paisaje de prados verdes, árboles de todos los colores de verde y amarillo y el azul del cielo que les impactaba pues no recordaban un cielo de ese color en especial...
El Castillo valía todo el viaje. Es, simplemente, maravilloso. Se miraban como niños o, mejor dicho, como aquellas personas que descubren algo por primera vez. Habían visto las fotos en internet y sin embargo... Sin embargo todo era diferente. Es decir, era idéntico pero lucía mucho más bello. Los colores eran más encendidos. Las paredes más altas y las distancias menos lejanas.
Se abrazaron en silencio. Ella le miro a los ojos y el respondió el gesto con una amplia sonrisa. Ninguno de los dos abrió la boca para decir palabra. Sólo se miraron en silencio mientras cada uno pensaba en la fortuna del encuentro, la magia del recorrido, el placer de vivirlo juntos y la maravilla de besar nuevamente esos labios en el puente colgante que miraba a palacio. Ese palacio producto de una mente que no sabía gobernar pero que sabría pasar a la eternidad.
Si, era verdad, sólo un loco podía gastarse todo su dinero en una construcción como esa...



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