BIENVENIDO

A mi mundo, que seguramente no es diferente del tuyo. A mi forma de ver las cosas . A mi forma de intentar comunicar como veo las cosas.

jueves, agosto 07, 2008

Mi querida abuelita


Mi abuelita está enferma. Mi querida abuelita, la de Valparaíso, no está bien. Ella no lo nota todo el tiempo, aunque a ratos el mundo cobra cierta coherencia y dice unas verdades que hielan...
Mi abuelita es de esas personas a quienes nunca se les puede decir abuela, así a secas. Mi abuelita Isabel es de esas personas que son puro amor. Claro, ahora está un poquito viejita...
Ella habla así, con amor, como en un susurro. Como queriendo pasar desapercibida por la vida. A esas personas no se les puede tratar sino con dulzura...
Con mi abuelita estuve mucho tiempo. Entre que nací y los cinco años pasé más tiempo en el puerto que en Santiago.
Y ella lo sabe... los pocos recuerdos que aprecia se relacionan conmigo. Siempre he sido su Marcelito. Hasta el día de hoy. Es al único que reconoce por el nombre. Los demás nombres se pueden olvidar... no el de su nieto regalón...
Pero hoy no está bien y eso, a mi madre, principalmente, pero también al resto de nuestra familia, nos tiene un poquitin preocupados...
Mi abuelita evoca gratos momentos de mi niñez. Gratas vacaciones, llenas de paseos a la playa y de comidas preferidas. De regaloneos a cada hora, de obtención de billetes o monedas a escondidas para mis golosinas preferidas.
Con mi abuelita aprendí a comer, o debo decir, devorar, un tarro de leche condensada. También aprendí que se podían poner dentro de una olla a presión y podíamos comer entonces un exquisito manjar. Era tanto lo que le pedíamos que comenzó a esconder los tarros. Y los nietos teníamos que ubicar el nuevo escondite para poder comerlo. Ella sabía que sacabámos los tarros igual, pero se hacía la que no lo notaba... ¡Qué linda mi abuelita!
Mi abuelita me recuerda una defensa cerrada y absoluta de sus nietos. Jamás mi madre, ni nadie, pudo regañarnos en su presencia. Era mi fan más incondicional... "son niños" solía decir cuando nosotros no queríamos comer alguna comida o cuando no queríamos acostarnos temprano. Ella no nos obligaba a nada. Ella solo quería estar con nosotros. Y nos quería sin condiciones...
¡Qué tiempos aquellos! A veces los extraño, pero las más de las veces me pregunto si podré ser de esa manera con mis nietos. Una linda interrogante, ¿no creen?

No hay comentarios.: